que duermen mis octubres,
brindar cobijo
a los soles bajo tu lengua,
dibujar tu perfume
en los contornos de mi risa,
coser tu alma
en los pliegues de la mia,
dormir descalza
en cada borde de tus ojos
hacer dos trenzas
en tus enredadas pestañas
colocar miles cerrojos
en el ocaso que impregnas,
descubrir tu verdad
en mi cántaro viviente,
bendecir tu nombre
entre sábanas ardientes,
llover silenciosa
el perfil de tus madrugadas,
y esparcirnos entrelazados
sobre el polvo
de nuestras cenizas.
Máxima Hernández.
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